En las películas hemos visto personajes fumando cuando tienen momentos de relajo o de triunfo. Una asociación forzada y engañosa de «ganadores». Qué intención tan oscura de relacionar una acción que no tiene nada que ver con esos momentos positivos.
Y de sexy no tiene nada. Al menos nadie me ha dicho que quedó hechizado por el olor a cigarro desprendido de la boca de la dama o caballero.
De alguna manera se viene acatando bien en locales públicos como cafés y restaurantes las leyes de no fumar en estos recintos. Así, encargados en los locales avisan a las personas que deben apagar sus cigarros cuando los encienden.
En discotecas y bares también ha sido positivo ver como algunas personas se quejan por el humo de otros. Seguridad o camareras dan aviso a los fumadores de lo que no está permitido.
No utilicemos nuestros pulmones de ceniceros, de basureros.
Respetar el cuerpo, como respetamos nuestra alma. En conjunto son nuestro ser. Y más importante aún, este respeto que es amor por los demás. Quienes nos quieren y quienes están cerca.